Es un fruto que pertenece a la familia de las Solanáceas y al género Physalis. Esta especie es originaria de Asia. Es de tamaño pequeño, redondeado, de color amarillento, carnoso y con un sabor dulce pero ligeramente ácido.
La mejor época para consumirlos es a finales del verano o principios del otoño. Se aconseja conservarlos en la nevera a una temperatura no menor de 4ºC.
Se suele utilizar en la pastelería y restauración para decorar postres. También se hacen mermeladas y salsas, y se puede consumir fresco, en zumo o en almíbar.
No es un fruto muy calórico, el mayor componente es el agua, seguido de los carbohidratos, y apenas contiene grasa y proteínas. Es rico en pectinas por lo que es buena opción para hacer mermeladas.
Contiene vitaminas como la C y provitamina A en forma de carotenos, y otras vitaminas del grupo B como la B2. En cuanto a los minerales nos encontramos con el calcio, hierro, fósforo, potasio, etc.
También posee otros compuestos como ácidos orgánicos o taninos.
Tiene propiedades diuréticas y depurativas por lo que va bien para eliminar los líquidos retenidos, el exceso de ácido úrico y regular la tensión arterial.
Es antibacteriano y desinfectante por lo que es interesante para las cistitis e infecciones renales.
Posee un ligero efecto laxante así que puede mejorar el estreñimiento ocasional.
Ayuda a reducir la fiebre gracias a sus propiedades antipiréticas.
Es hepatoprotector y también previene enfermedades de la vista.
Debido a su contenido en antioxidante nos ayuda a combatir la acción de los radicales libres, causantes del envejecimiento y de las enfermedades degenerativas.
Noemí Rodríguez Palacios
Dietista de Adelgar
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética