Los datos del incremento de la llamada epidemia de obesidad en nuestro país son cada vez más alarmantes. Actualmente, se considera que más del 20% de la población española presenta sobrepeso/obesidad lo que a día de hoy y a futuro representa un incremento de patologías crónicas tales como la diabetes mellitus tipo II, la hipertensión y un largo etcétera.
Es un fenómeno que se traduce en un mayor gasto sanitario, menos calidad de vida y un estancamiento en la esperanza de vida de la población española. ¿Se podría tratar con un tratamiento farmacológico diseñado para combatir la obesidad? ¿Existe actualmente? ¿Es seguro? Lo analizamos a continuación y desde Adelgar te damos nuestra opinión al respecto.
Tratamiento farmacológico para combatir la obesidad
Para el adecuado enfoque terapéutico de este problema se cuentan con tres pilares fundamentales:
Mejora en los estilos de vida (alimentación/ejercicio/conductual)
Farmacoterapia
Cirugía bariátrica
Cada uno de estos pilares tiene sus indicaciones, contraindicaciones, efectos adversos y complicaciones, los cuales se vienen actualizando periódicamente en base a distintos estudios clínicos realizados en distintos países.
Las limitaciones existentes del tratamiento convencional (mejora en los estilos de vida) y de la cirugía bariátrica han puesto en relieve la importancia del tratamiento farmacológico.
En los últimos años se han venido desarrollando una serie de nuevos fármacos con resultados esperanzadores y que permiten el tratamiento crónico de esta enfermedad. Este tipo de terapia se considera de segunda línea en el tratamiento de la obesidad. Es decir, son una segunda opción terapéutica (nunca la primera).
¿Cómo actúan los fármacos para la obesidad y qué opciones hay?
El principal objetivo terapéutico de los fármacos de última generación para el tratamiento de la obesidad y así conseguir adelgazar, es la regulación de la ingesta a nivel del eje intestino-cerebro, donde hay una amplia interacción entre hormonas, neurotransmisores y diversas moléculas que están aún en proceso de estudio.
Los fármacos para combatir la obesidad no son algo nuevo. Durante el siglo XX se propuso el uso de distintos medicamentos para tratar la obesidad sin los estudios necesarios para evaluar su indicación. La aparición de efectos adversos graves provocó la suspensión de su uso (anfetaminas, dinitrofenol, fenfluramina…).
A finales de los años 90 se empezó a comercializar la sibutramina y el orlistat. La sibutramina fue retirada del mercado por producir un incremento de efectos adversos cardiovasculares en especial en pacientes con alto riesgo vascular. Mientras que el todavía se comercializa.
En la primera década del siglo XXI entró al mercado el rimonabant, pero a los pocos años se suspendió su uso por incrementar algunos trastornos psiquiátricos y riesgo de suicidio.
En la década pasada aparecieron nuevos fármacos para el tratamiento de la obesidad. La mayor parte de ellos fueron aprobados por la FDA en Estados Unidos, pero sólo unos pocos pasaron a aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos.
Los medicamentos que actualmente están autorizados en Europa para el tratamiento de la obesidad son el orlistat, naltrexona/bupropión y liraglutida.
Orlistat
Es un fármaco que causa una disminución de la absorción de lípidos a nivel intestinal. Actualmente, sigue en el mercado, pero su baja tolerabilidad (diarrea, flatulencia, deposiciones con grasa o la urgencia defecacional) hace que muchos pacientes abandonen el tratamiento. Está contraindicado en enfermedades que impliquen una absorción deficiente de nutrientes.
Naltrexona
Es un fármaco con acción agonista de receptores opioides y ha sido utilizado en el tratamiento de dependencia a opioides y alcohol.
Bupropión
Es un fármaco con efecto anti tabaco y antidepresivo. Combinados tienen un efecto sinérgico y dosis-dependiente en la supresión del apetito y pérdida de peso (4-6% en el primer año de tratamiento). Los efectos adversos, aunque suelen ser leves y/o transitorios (cefalea,náuseas/vómitos, mareos e insomnio), son motivo de abandono del tratamiento. Asimismo, se debe realizar una monitorización frecuente de la presión arterial ya que también suele producir su incremento como efecto adverso.
La liraglutida
Es un análogo (símil) del GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1). el cual es una hormona intestinal sintetizada a nivel intestinal y cuyas funciones incluyen la liberación y síntesis de la insulina; inhibición del vaciado gástrico e inhibición del apetito. Este tipo de medicamento fue utilizado años atrás para el tratamiento de la diabetes mellitus (marca comercial: Victoza) y se observó que estos pacientes lograban una pérdida de peso mayor que con otros fármacos para dicha enfermedad. Por lo que, tras los estudios necesarios, se autorizó su uso en el tratamiento de la obesidad (marca comercial: Saxenda). En dichos estudios se apreció una pérdida de peso de aproximadamente 5%. Este medicamento se aplica por vía subcutánea de forma diaria y se debe aumentar la dosis progresivamente hasta llegar a los 3 mg/día. Los efectos adversos más frecuentes son náuseas, vómitos y en algunos casos se puede presentar síntomas de hipoglucemia. Está contraindicado en personas con antecedentes de carcinoma medular de tiroides o neoplasia endocrina múltiple tipo 2. Se debe hacer un control de la función pancreática ya que hay algunos reportes de posibles casos de pancreatitis con estos fármacos. Un punto de especial importancia es el conocimiento de la interacción de este medicamento con muchos otros fármacos que se utilizan en la práctica diaria.
A la hora de escoger un fármaco, debemos tener en cuenta que la pérdida de peso en la práctica suele ser menor a la presentada en los estudios de estos medicamentos. Por lo que los pacientes que lo prueban no suelen adelgazar tanto como esperaban.
Asimismo, hay que tener en cuenta distintos factores como: cuál es la pérdida de peso deseada (por el tiempo de tratamiento), la tolerabilidad a los medicamentos, la vía de administración, las enfermedades asociadas que presenta el paciente y el coste de los fármacos para la obesidad.
La semaglutida ha tomado relevancia en los últimos meses
La semaglutida es uno de los nuevos medicamentos aprobados para el tratamiento de la obesidad en Estados Unidos y en el año 2022 en Europa (pero no en España), que también forma parte de la familia de los análogos del GLP-1.
En nuestro país se ha utilizado para el tratamiento de la diabetes mellitus desde el año 2019. A diferencia de la liraglutida, los estudios clínicos de este medicamento han demostrado una mayor efectividad en la disminución de peso (10%-15%). Su aplicación también es por vía subcutánea, pero de forma semanal lo que permite una mejor adherencia al tratamiento a largo plazo. Las indicaciones, contraindicaciones y efectos adversos son similares a liraglutida, presentando además menos interacciones con otros fármacos.
La forma de presentación para tratamiento de obesidad (Wegovy) difiere a la destinada a tratar la diabetes (Ozempic). Y, como indicamos, la primera aún no se encuentra en comercialización en nuestro país. Aunque se trata del mismo principio farmacológico, las dosis difieren en ambas formas de presentación para seguir el esquema recomendado para el incremento paulatino de la dosis semanal hasta llegar a la dosis terapéutica para tratamiento de obesidad (2,4 mg/semana).
Problema de desabastecimiento de la semaglutida por su <> en las redes sociales
El actual desabastecimiento de semaglutida sucede por el incremento irracional en la prescripción de este medicamento. Las redes sociales han jugado un rol fundamental en este problema.
Antes de la autorización de este fármaco para combatir la obesidad en Europa, las redes sociales permitían saber los beneficios de este fármaco. Pero también se popularizó su uso en pacientes que aparentemente no cumplían los requisitos para dicho uso; creando el bulo de presentarlo como medicamento “milagro” para perder peso.
De esta manera, la demanda de este medicamento que venía siendo utilizado en diabéticos se ha incrementado de tal manera que se ha producido, a fecha de hoy, el desabastecimiento del mismo. El número de personas con sobrepeso/obesidad (con o sin diabetes) es mucho mayor que el de los puramente diabéticos.
El alto coste de Saxenda no permitió que se produjera este efecto en el pasado, ya que el precio del tratamiento con este fármaco (y con Ozempic) para la obesidad, ronda los 1.500-2.000 euros/mes a nivel privado, lo cual es una limitación importante para su uso. No es accesible a todas las personas que deseen bajar de peso y, por lo tanto, no es una solución para todo el mundo.
El Sistema Nacional de Salud no da cifras concretas sobre el número de pacientes no diabéticos a los que se les ha prescrito Ozempic, ya que este medicamento también se usa en aquellos con resistencia a la Insulina o hiperinsulinemia que venían utilizando la Metformina por vía oral (el uso de Ozempic como antidiabético sí está cubierto por el SNS).
Lo que opinamos en Adelgar sobre este tema
Indudablemente, los últimos avances farmacológicos van a resultar de gran ayuda en el tratamiento de la obesidad. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta es pensar que por fin disponemos de un “medicamento mágico” que acaba tal cual con la obesidad, porque eso es sencillamente falso.
En nuestra opinión, el principal peligro radica en la falta de un seguimiento adecuado en el manejo de este medicamento y su recomendación en pacientes que no cumplan los requisitos para su indicación. Los pacientes deben ser conocedores de ciertos detalles del manejo de este nuevo fármaco:
La medicación se debe modificar o suspender dependiendo de la tolerancia al mismo y del logro de los objetivos propuestos tras 3-6 meses de tratamiento.
Fármaco indicado en pacientes con IMC >27 con enfermedades asociadas a sobrepeso (hipertensión, dislipemia o diabetes) o IMC >30.
Antecedente de haber realizado dietas supervisadas con anterioridad y que no hayan dado resultado: pérdida de menos del 5% tras 6 meses de tratamiento dietético y ejercicio.
Es fundamental el seguimiento médico ya que se debe realizar de forma conjunta con un programa de alimentación (dieta), ejercicio y mejora del aspecto psicológico. Se deben realizar controles periódicos de análisis clínicos para descartar posibles complicaciones con el tratamiento.
Las dosis de la medicación van en aumento cada 4 semanas. A las 20 semanas ya se debería llegar a la dosis terapéutica (2,4 mg/semana).
Los estudios clínicos indican que el % de bajada de peso (10-15%) se ha logrado en 68 semanas de tratamiento (es decir, tras más de 1 año).
No debe utilizarse junto a otros fármacos indicados para el control de peso.
Debemos recordar que todos los medicamentos antes descritos deben obtenerse, en nuestro país, con receta médica. Al momento de prescribir cualquier fármaco, la ética y la responsabilidad médica, así como el uso racional de los medicamentos, deben tener un mayor peso que la información (o desinformación) proveniente de las redes sociales, el marketing o la presión individual de los pacientes.
Por lo tanto, aunque fármacos como la semaglutida sean tan populares para adelgazar, bajar de peso y luchar contra la obesidad, es importante tomarlos con mucha precaución, moderación y siempre con seguimiento de un profesional médico. No es un remedio milagro.