Seguro que has escuchado en más de una ocasión la típica expresión: gordito feliz. ¿Verdad? ¿Qué hay de cierto en esta frase? La ciencia tiene la respuesta. Tan solo un 8 % de las personas que padecen obesidad están conformes con su peso y opinan que no necesitan hacer dieta al considerar que están sanos.
Esta estadística que, a primera vista puede parecer banal, esconde un problema de trasfondo muy grave: todavía hay población que no contempla la obesidad y el sobrepeso como un verdadero problema de salud.
Un “gordito feliz” es un potencial paciente de graves enfermedades
La obesidad y el sobrepeso se han convertido en la nueva pandemia del siglo XXI. La cifra de pacientes afectados por estas enfermedades no deja de crecer en España y, lamentablemente, los más pequeños tampoco permanecen al margen de las estadísticas.
La obesidad infantil no es ninguna broma y el falso mito del “gordito feliz” poco contribuye a solucionarlo. Hace unas décadas, la gordura se asociaba con estar sano. Un niño “gordo” era un niño saludable, feliz y alegre. Nada más lejos de la realidad.
Un niño que sufre obesidad en las etapas iniciales de su vida corre el riesgo de multiplicar las posibilidades de padecer enfermedades como diabetes, colesterol e hipertensión en su vida adulta. Además, tiene mayores probabilidades de pasar por la pubertad a una edad más temprana.
Como ves, el exceso de grasa en nuestro organismo es una enfermedad que puede desembocar en graves consecuencias: problemas cardiacos, respiratorios e incluso cáncer. Por lo tanto, ¿se puede ser un “gordito feliz”? Quizá se pueda ser feliz con unos cuantos kilos de más, pero lo más probable es que estas personas sean felices porque permanecen inconscientes de la amenaza que el exceso de peso puede suponer en su vida.
¿Qué relación existe entre obesidad y problemas mentales?
Otro de los argumentos para desmontar el falso mito del “gordito feliz” surge a raíz de un estudio elaborado por el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga que fue publicado en la revista Scientific Reports en 2018.
Dicha investigación puso de relevancia la relación existente entre diferentes tipos de enfermedades mentales y la obesidad. Los resultados dejaron patente que los niveles de grasa visceral fueron significativamente más altos en pacientes con ansiedad y trastornos del ánimo frente a individuos que no sufrían ninguna enfermedad mental.
No es el único estudio clínico al respecto. En el marco del XVI Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado en 2012, Francisco Javier Quintero, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, presentó unos datos reveladores. Entre la muestra analizada compuesta por más de 200 sujetos, se encontró que el 31 % de los pacientes con obesidad presentaban ansiedad y un 35 % antecedentes de trastornos depresivos. De entre estos pacientes, el 62 % manifestaron estar haciendo dietas de forma constante.
Por otro lado, también debemos contemplar la difícil lacra social que permanece asociada a la obesidad y al sobrepeso. La sociedad moderna juzga a las personas obesas y las estigmatiza hasta el punto de provocar daños en la salud emocional de quien padece la enfermedad. En estos casos, la prevención es la clave.
CONCLUSIÓN
En conclusión y ante los datos expuestos en este artículo, podemos afirmar que la obesidad y el sobrepeso no son la fuente de la felicidad. El falso mito del “gordito feliz” se desmonta y choca de lleno con las estadísticas que dejan patente cómo un alto número de pacientes afectados por el exceso de kilos desean deshacerse de ellos para sentirse más saludables y satisfechos con su físico.