La infancia es una etapa vital en la vida de una persona. Es entonces cuando aprendemos muchos de los hábitos que van a dar forma al adulto que seremos, entre ellos nuestros hábitos de alimentación.
Y, ¿de quién aprendemos a comer? Fundamentalmente de nuestros padres. Los hábitos que tenemos como padres influyen tanto para bien como para mal en la conducta presente y futura de nuestros hijos.
Por ello, es vital que actuemos como un modelo positivo a seguir, cuidando qué comemos y cómo comemos.
En caso de no hacerlo, las consecuencias son el sobrepeso y la obesidad infantil, así como los trastornos alimenticios, cuyas cifras son cada día más preocupantes.
Los niños que padecen estas enfermedades en su infancia tienden a seguir haciéndolo en su vida adulta, sino hay un cambio de hábitos, y terminan por sufrir patologías asociadas al exceso de kilos como diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Evitar esto es una gran motivación para convertirte en un ejemplo de vida sana. Para ayudarte, hemos recogido 3 consejos que puedes poner en marcha desde hoy mismo.
3 consejos para ser ejemplo de buenos hábitos de vida y alimentación
Los niños son imitadores de las conductas de sus padres, son esponjas que absorben todo lo que ven. Nuestra labor como padres es explicarles, orientarles y enseñarles hábitos de vida y alimentación correctos desde una edad temprana. Si no es así, cuando crezcan tendrás más dificultades para cambiar sus rutinas y tomar el control de su alimentación.
Si es un adolescente, tampoco es tarde. Todavía hay tiempo para cambiar hacia una vida más saludable, siempre y cuando los padres pongan de su parte el proceso.
Aquí te dejamos 3 tips para lograrlo.
#1 Convierte la comida en una oportunidad de compartir en familia
Sabemos que las prisas del día a día nos impiden, en demasiadas ocasiones, reunir a toda la familia en torno a la mesa para compartir una comida. Sin embargo, es importante que intentes limitar las comidas fuera de casa y que compartáis, al menos, una de las comidas importantes del día.
Cuando lo hagáis apagad la televisión y dejad a un lado las distracciones (sí, sobre todo el teléfono móvil, que nos conocemos). La idea es que estéis concentrados en lo que coméis y en cuánto coméis aprovechando ese momento para conectar y charlar en familia.
La mesa es el lugar perfecto para hablar sobre hábitos alimenticios saludables e involucrar a tus hijos en conversaciones en torno al sabor, la apariencia y las texturas de una comida sana.
#2 Muévete con y por tus hijos
Una de las mejores formas de ponerse en forma, a cualquier edad, es ponerse en movimiento. Y no, no hace falta que te inscribas a una media maratón. El ejercicio podría ser simplemente dar un paseo cortito de unos 30 minutos por el vecindario, saltar a la comba o jugar al pilla-pilla.
Muestra propuestas de ocio divertidas a tus hijos que impliquen algo de ejercicio al aire libre y motívales a abandonar las pantallas. Por supuesto, dando un buen ejemplo con tu propia participación.
Con actividades tan sencillas como una salida al bosque, un viaje a la playa, una caminata por el parque o un paseo en bicicleta, no solo estás fomentando el ejercicio físico, que es clave para una salud óptima, sino que también refuerzas los lazos familiares al compartir aventuras y tiempo en común.
#3 Alimentación sana y equilibrada
La manera en que los padres se alimentan, repercute en la alimentación de sus hijos. Cuando los padres comen saludable, las probabilidades de que sus hijos los imiten son muy altas.
La mayoría de niños se inclinan por los alimentos dulces o con grasa que son fáciles de conseguir y suelen estar listos para comer; y muchos dejan a un lado las verduras o frutas, que tantos nutrientes y beneficios tienen.
Esto suele suceder porque no han comido suficientes alimentos saludables durante sus primeros años de vida y sus papilas gustativas no se adaptan a esos sabores diferentes.
Por este motivo, es fundamental que te esfuerces por llenar tu nevera de alimentos saludables y evites comprar comida procesada o con gran carga de grasa y azúcar.
Los frescos (frutas y verduras) son tu mejor opción, aunque tampoco deben faltar otros nutrientes esenciales como los que aportan alimentos como la pasta, el arroz, los lácteos o las legumbres.
Los padres deben entender la figura tan importante que representan para sus hijos; y de esa manera, cuidar los pasos que dan, poniendo en marcha hábitos de vida sanos y escogiendo alimentos saludables.