«Hace aproximadamente un año y medio que acudo regularmente a Adelgar.
Estaba mucho más gorda, y no me atrevía hasta que mi esposo decidió llamar, casi obligándome para acudir a la cita.
Estaba nerviosa, enfadada conmigo misma por encontrarme en esa situación, y era a la vez reticente en creer que me podrían ayudar.
Propiamente pasó lo contrario, y desde el primer momento que llegué a Goya 47, me encontré muy a gusto, y no noté ninguna ironía del personal hacia mí, viéndome como estaba.
Desde el primer momento, me informaron y me hicieron alguna prueba para establecer el régimen idóneo.
¡Me dio la sensación que había llegado a puerto! Estaba entusiasmada con el ambiente que reinaba allí.
Así que sin pensarlo dos veces, y con el beneplácito de mi esposo, decidimos SI al instante. El mismo día empecé, tuvieron que prestarme una toalla para así poder empezar el tratamiento.
Así todos los temores y vergüenza se disiparon enseguida. Me hicieron sentir muy bien y arropada, todo gracias a un personal fantástico, que también sin conocerme me trató con cariño.
Todavía sigo el tratamiento, me falta ahora tomar unas sesiones más, para bajar un poquito más de peso.
He aprendido a comer lo que debo y lo que no debo y lo que tengo que evitar; para mi ha sido una escuela que cada día quiero respetar.
Tengo que decir que el camino a la gloria es muy difícil, y que algunas veces no ha sido como hubiese querido.
Si he obtenido del personal alguna reprimenda ha sido todo con cariño, aconsejándome o intentando saber porque en un momento dado he subido de peso. Me doy cuenta que cuando te importa llegar a la meta, esa situación te puede poner nerviosa.
Tengo que ser honesta, alguna vez me he pasado, me he encontrado algo nerviosa. Es como cuando una niña no estudia, y la profesora la llama a la pizarra.
Por fin he notado el nerviosismo que nunca noté cuando era niña, porque hacía todos los deberes, lo que me decía mi superior.
Espero que no se olviden de mí, como yo no lo haré; porque el recuerdo es para siempre.
Gracias de todo corazón a todas, indistintamente Beatriz.»