La epidermis se regenera constantemente produciendo células nuevas y asegurando de esta manera su renovación permanente; pero a partir de los 26 años la renovación y descamación de la piel se va ralentizando, por lo que la piel cada vez se ve menos brillante, más apagada y con un aspecto más seco. Además, algunas de las células muertas ya no son renovadas, lo que hace que aparezcan problemas de deshidratación, pérdida de densidad, flacidez, etc.
La exfoliación limpia la piel de las células muertas e impurezas que le impiden funcionar correctamente y la hace lucir más joven y fresca. Es una limpieza profunda que se realiza con suavidad y que proporciona múltiples beneficios.
Se aplica un producto exfoliante mediante un ligero masaje, que previene el envejecimiento cutáneo, activa la circulación y desintoxica la epidermis estimulando los diferentes procesos de eliminación de las células muertas y otras impurezas. También permite una mejor oxigenación de las células y proporciona una piel suave y transparente. La vuelve más receptiva a la acción de los hidratantes, y controla la aparición de granitos y puntos negros.
Nunca se debe aplicar el exfoliante frotando con fuerza ya que además de irritar la piel, se estimulará la secreción sebácea. Si la exfoliación es excesiva y muy frecuente no se permite la recuperación de la piel y queda desprotegida frente a las agresiones externas, pudiendo quedar dañada.
Según el tipo de piel, la exfoliación puede realizarse dos veces a la semana, en el caso de las pieles grasas, y si es normal o seca, una vez cada 15 días. Si la piel es mixta, se debe realizar la exfoliación sobre las zonas más grasas, como la zona T, dos o tres veces por semana y sólo una vez por semana en el resto del rostro. Conviene asesorarse con profesionales que indiquen el tipo de producto más adecuado.
Se recomienda realizar una exfoliación en cada cambio de estación para eliminar toxinas y preparar la piel para la nueva época.
Hay muchos productos exfoliantes que pueden encontrarse en forma de cremas o geles, pero en ningún caso deben ser abrasivos. Contienen diminutos gránulos exfoliantes que al aplicarlos sobre la piel húmeda facilitan su limpieza, eliminan las células muertas y revitalizan la piel. Todos llevan elementos suavizantes como aceites de semillas, que proporcionan un auténtico confort a la piel. Una vez aplicado se elimina fácilmente con agua.
También es importante nutrir la piel siguiendo una correcta alimentación, rica y variada en proteínas, vitaminas y ácidos grasos, los cuales son necesarios para formar células nuevas; y utilizar cosméticos adecuados para cada tipo de piel.