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Comer no siempre es una respuesta fisiológica. En muchos casos, las emociones pueden activar el deseo de comer aunque el cuerpo no necesite energía.

Este fenómeno, conocido como hambre emocional, está ampliamente documentado por la literatura científica y puede influir en el peso corporal, la relación con la comida y la salud metabólica.

En Adelgar, abordamos esta relación desde un enfoque médico y nutricional, ayudándote a identificar los patrones emocionales que influyen en tu forma de alimentarte.

Qué dice la ciencia sobre el hambre emocional

Estudios publicados en revistas como Appetite y Frontiers in Psychology muestran que el estrés, la tristeza o la ansiedad pueden alterar la regulación hormonal del apetito —aumentando la grelina (“hormona del hambre”) y reduciendo la leptina (“hormona de la saciedad”)—.

Este desequilibrio puede llevar a comer de forma impulsiva o buscar alimentos ricos en azúcares y grasas como mecanismo de compensación emocional.

Reconocer este patrón es el primer paso para romper el ciclo del hambre emocional y recuperar el control sobre tu bienestar.

Cómo empezar a cambiar tu relación con la comida

• Aprende a distinguir hambre física y emocional observando tus sensaciones corporales.
• Mantén una rutina de comidas regulares para estabilizar tus niveles de glucosa y evitar atracones.
• Practica técnicas de mindful eating (comer consciente) y gestión emocional.
• Busca apoyo médico y nutricional especializado si sientes que pierdes el control o la culpa aparece tras comer.

Conocer tu perfil emocional te permitirá tomar decisiones más saludables y sostenibles.

En Adelgar, te acompañamos con un plan médico-nutricional personalizado, diseñado por especialistas en pérdida de peso y bienestar emocional.